La leyenda sobre Wars y Sawa

Hace mucho tiempo atrás, Polonia abarcaba ricos territorios aún no conquistados, llenos de animales salvajes; y la gente vivía en pequeños asentamientos. En uno de ellos, sobre la costa del Wisła (Vístula), vivía un joven pescador de nombre Wars. Era muy trabajador, se había construido un bote y fabricaba redes de pesca. Y como la suerte siempre lo acompañaba, terminaba cada jornada con la red llena de peces. Le resultaba muy placentero pasar tiempo en el agua y disfrutar del canto de los pájaros; especialmente durante la noche, cuando reinaba la paz y la luna se reflejaba plateada en las aguas del río.

Cierta noche, cuando como siempre empujaba el bote hacia el agua y tendía la red de pesca, vio salir a la superficie a una hermosísima joven. Wars se quedó helado del asombro mientras observaba sus cabellos largos y dorados, grandes ojos celestes y… ¡su cola de pez cubierta de escamas plateadas! No podía creer lo que veían sus ojos, sin embargo pronto recordó algunos cuentos que había escuchado de niño - ¡era una sirena!

En ese mismo momento la sirena nadó hacia la orilla y comenzó a cantar, sin darse cuenta de que alguien la observaba oculto entre los arbustos.

Cuando Wars la escuchó se enamoró instantáneamente.

A partir de entonces no pudo pensar en otra cosa que no fuera ella, sin importarle que no supiera ni que él existía, ni que la amaba. Una noche, completamente encantado por aquella voz, se asomó más de lo debido para verla mejor y entonces ella finalmente lo vio. Enojada, se acercó y le preguntó:

- ¿Por qué me estás espiando?

- Soy pescador… - comenzó a explicar Wars sin mucho éxito.

- Sé quién sos, te he visto ya muchas veces en el bote, pero…

- Sé que no debería espiar, pero la primera vez que te vi perdí la cabeza. Me enamoré y ya no puedo vivir sin vos. – la interrumpió.

La sirena lo miró y suspiró.

- Nuestros sentimientos son los mismos, pero somos tan diferentes…

Sin embargo, se miraron y comprendieron que estaban hechos el uno para el otro. Entonces Sawa -así se llamaba ella- recordó que cuando una sirena se enamoraba de un humano, si el sentimiento era mutuo, podía perder su cola y tomar forma humana. Wars le pidió que se casara con él y ella aceptó con alegría. Cuando ambos salieron del río, Sawa se transformó y poco tiempo después se casaron.

Wars i Sawa vivieron felices durante muchos años, rodeados de amor y respeto mutuo. Con el tiempo, alrededor de su cabaña se desarrolló un gran pueblo de pescadores, y los habitantes, en su memoria, decidieron llamarlo Warszawa (Varsovia).

Actualmente de aquel pueblo ya no quedan rastros, sin embargo la gente aún recuerda al joven pescador y a la hermosa sirena. Y Warszawa (Varsovia) es hoy la capital de Polonia.