La leyenda del señor Twardowski

Hace mucho, mucho tiempo atrás, vivió en Cracovia el señor Twardowski. Le interesaba mucho la magia negra y la alquimia, y soñaba con encontrar la piedra filosofal para curar enfermedades y convertir todo en oro. Así que hizo un pacto con Mefistófeles: el diablo cumpliría todos sus deseos a cambio de su alma. El señor Twardowski prometió dársela, pero sólo cuando estuviera en Roma, sabiendo sin embargo que no estaba interesado en lo más mínimo en viajar a esa ciudad. El diablo aceptó, puesto que el señor Twardowski le dijo que planeaba en breve hacer una peregrinación hacia allí.

Así fue como Mefistófeles lo ayudó en todo: a pedido del señor Twardowski trasladó toda la plata de Polonia a un solo lugar – a Olkusz, en las afueras de Cracovia, donde se abrió una mina de plata. También trasladó toda la arena del país y surgió entonces el desierto błędowski. El señor Twardowski se dedicó a viajar por toda Polonia sobre un enorme gallo que creó con magia, y curó a personas y animales enfermos. Su fama creció y se volvió muy rico.




Después de varios años de mucho trabajo, Mefistófeles quiso finalmente cobrarle lo prometido, pero el señor Twardowski no quería en absoluto viajar a Roma.

Así fue como el diablo se transfiguró en un sirviente, fue a la casa del señor Twardowski y le dijo:

-¡Estimado señor! Usted es un conocido médico, y mi señor se enfermó en el viaje a Cracovia y se encuentra ahora en una posada cerca del pueblo Sucha Beskidzka. ¡Por favor venga y ayúdelo! Mi señor es muy rico y seguro le pagará generosamente.

El señor Twardowski viajó con él a dicho pueblo, y cuando entró a la posada Mefistófeles exclamó:

-¡Jaja! ¡Esta posada se llama Roma! ¡Ahora deberás darme tu alma!


Pero el señor Twardowski se subió a su gallo y voló muy lejos, hasta la luna. Y allí se encuentra hasta hoy. La posada Roma en Sucha Beskidzka sigue existiendo, y aún ahora se puede comer allí un almuerzo al estilo polaco antiguo.

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