La leyenda del dragón de Wawel

Hace mucho tiempo atrás, cuando las tierras de Polonia eran gobernadas por el rey Krak, en Cracovia apareció un dragón. Era un animal enorme, de piel verdosa, cola larga y una boca llena de dientes afilados, que eligió para vivir una cueva bajo el castillo y ordenó que una vez por semana se le obsequiara una vaca. Si no se cumplía con la demanda, el dragón prometía secuestrar gente. 

Dada esta situación, los habitantes de Cracovia entraron en pánico, aunque unos pocos dijeron poder derrotar al dragón. Sin embargo, ninguno de ellos regresó de su visita a la cueva del monstruo. Hasta el mismo rey perdió la esperanza de encontrar alguna ayuda. Con el pasar de las semanas los establos se encontraban cada vez más vacíos y la preocupación crecía por el día en que el dragón se comiera a la última vaca.

Cuando parecía que todo estaba perdido y al pueblo de Cracovia le esperaba una tragedia, en la corte del rey Krak apareció un humilde zapatero.

-Su alteza, creo que puedo derrotar al dragón. -le dijo al rey, haciendo una reverencia.

En la sala se escucharon las risas de los soldados.

-Miren, apareció un payaso.

-¿No sabés que nadie puede derrotarlo?

-Ya mató a muchos guerreros honorables, ¿cómo te podés comparar con ellos?

Sin embargo el rey era inteligente y sabía que no podía desperdiciar ninguna oportunidad de librarse de la bestia.

-Bueno, zapatero. Derrotá al dragón y te recompensaré generosamente.

El joven hizo la reverencia y salió, tramando un plan. Muy pronto tuvo ya todo preparado. Mató al mejor cordero que pudo encontrar, lo rellenó de azufre y lo cosió. Entonces se encaminó a la cueva. En total silencio se acercó a la entrada, arrojó la bolsa y huyó. Rápidamente el dragón salió atraído por el olor y devoró el cordero. El azufre oculto en él enseguida empezó a hacer efecto. El dragón se arrojó al Vístula y bebió, bebió, bebió, bebió… ¡Le parecía que por poco no se había bebido toda el agua del río! Y de repente se escuchó un fuerte estruendo. Había bebido tanta agua que estalló. El ingenioso zapatero se convirtió en el héroe de toda la ciudad y el rey lo recompensó como había prometido.

En Cracovia hasta el día de hoy, a los pies de Wawel, se puede ver la cueva del dragón con una figura que escupe fuego y nos recuerda la hazaña del zapatero.




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